viernes, 3 de enero de 2020

Mi victoria



Si alguien me hubiera dicho que después de la caída venía la paz, no le hubiera creído.

Saber que todo tiene un porqué me salvó la vida, me sanó de a poco las heridas. Saber que tú y yo nunca estuvimos destinados me devolvió el sueño, la tranquilidad y hasta el hambre. No sabes las ganas que tengo de comerme el mundo, aun teniendo la certeza de que habitas en él.

Me quitaste todo. Me quitaste la paz, las ganas de reír, de escribir, de sentir. Me quitaste la fe ciega en la gente y ya no hay manera de volver a eso. 

Ojalá pudieras verme ahora. No soy ni el reflejo de aquella persona que dejaste en pedazos, que rompiste tan a la ligera y sin que te importara nada.

¿Alguna vez has sentido miedo de encontrarme en la calle? Porque yo sí. Porque cada vez que encuentro un rasgo tuyo en alguien, quiero salir corriendo. Ya no sé qué siento por ti, pero pido con todas mis fuerzas que cuando te vuelva a mirar ya no me brillen los ojos. Que cuando te tenga cerca de nuevo, el mundo siga girando como de costumbre.

Sí, claro que tenía que conocerte. Para hacerme (más) fuerte, para dejar de pensar que todas las personas actúan por amor y con bondad. Para descubrir partes de mí que no conocía, lugares profundamente oscuros pero necesarios para no volver ahí. Tenía que conocerte pero cómo me hubiera gustado saltarme ese paso para estar bien.

Eres todos los insomnios y llantos de madrugada. Eres esa lección que no quiero repetir, ese camino que no pienso volver a recorrer.

El año pasado me redescubrí, me salvé de a poquito, reviví tantas veces y morí otras más. Ya no soy la misma que conociste y quisiste destruir. No lo lograste, sigo viva

Soy la misma que cree que los girasoles existen para dejarte sentir el sol de cerca, soy la misma que abraza mucho, que ríe fuerte, que llora por una película triste o se emociona por un perrito en la calle.

No pudiste con mi esencia, no pudiste cambiarme aunque lo intentaste una y otra vez. Lo único que lograste fue que esté más alerta, que me cuide más la espalda y no dé el corazón a la primera.

Todas las historias tienen un final, un porqué y una victoria. Al final, todos perdemos pero también ganamos algo. Porque cuando se entrega todo no se puede salir ileso.

Mi victoria fue sobrevivir a ti, a tus mentiras, a tu oscuridad, a tu inmadurez, a tu inseguridad. No sé qué ganaste tú, pero ya no me importa.

Mi victoria fue reconocer que no es cobarde marcharte ni dejar ir, que las despedidas también te pueden curar.

@MassielVargasP

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