Nadie puede luchar contra tus propios demonios. Nadie debe cargar con el peso de tus errores. Nadie es el culpable de fracasos ajenos, nadie puede cambiar tu realidad, solo tú.
Nadie se merece vivir de promesas y cuentos de hadas. Nadie
puede asumir una responsabilidad que no le corresponde. Nadie puede ser tu peor
enemigo, solo tú.
Nadie puede herirte si no lo permites. Nadie tiene la
obligación de hacerte feliz, solo tú. Nadie puede quererte más que tú mismo,
nadie gana batallas que ya estaban perdidas.
Nadie puede juzgarte si no está en tus zapatos, si no tiene
la certeza de cómo pasaron las cosas. Nadie puede hablar de ti sin conocerte,
sin vivir en carne propia lo que tú has pasado.
Nadie puede humillarte si no le das ese derecho. Nadie debe
atreverse a señalarte sin antes revisarse a sí mismo.
Nadie puede fingir lo que no siente. Nadie puede valorarte
más que tú, amarte tan profundamente y aceptarte tal y como eres.
Nadie puede regalarte felicidad, tranquilidad, amor y
compañía. Nadie puede dar lo que no tiene. Nadie debería mendigar cariño y
mucho menos exigir que otros te quieran cuando tú no puedes.
Nadie se debe convertir en el blanco de tus frustraciones
porque el único responsable de tus caídas es quien se refleja en el espejo.
Nadie batalla guerras que no son suyas, cada quien debe labrar su propia lucha.
Nadie es el dueño de tu vida ni de tus sueños. Nadie puede
inspirarte a ser mejor, eso es algo que solo tú puedes lograr.
Y si te dijeron que los sentimientos son para siempre, te
mintieron; nadie puede prometerte la eternidad.
Nadie puede ayudarte a escapar del laberinto que tú mismo
construiste. Nadie que vive de apariencias puede ser verdaderamente feliz.
Si tienes que culpar a otros de todo lo que perturba tu
presente, cúlpate a ti. Si tienes que enjuiciar a alguien por lo que te
lastima, es precisamente a ti.
Pero no te castigues, no te sientas la peor de las personas
porque incluso las buenas pueden lastimar. Mírate al espejo y descubre todo lo
que no te hace feliz, cámbialo y sigue adelante.
Muchas veces las personas llegan a tu vida para mostrarte lo
que no estás haciendo bien. Para llenarte de enseñanzas, lecciones que hoy no
puedes entender, pero que en el futuro serán tu escudo.
Muchas veces la cosas suceden por razones inexplicables pero
necesarias y de eso se trata vivir, de aprender a superar cada situación sin
mandar al paredón a los demás.
Recuerda que nadie es el dueño de tu propia felicidad. Nadie
puede devolverte la sonrisa ni la plenitud. Nadie es tan bueno ni tan paciente
para curar heridas que no causó. Nadie puede amarte más, solo tú.
@MassielVargasP
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