Otra vez has inspirado
estas líneas, quizás sin querer. Otra vez te escribo porque las palabras se me
dan solas cuando se trata de ti.
Estas líneas no son la continuación de nuestra historia, son solo un punto final que me tardé mucho en colocar. No sé cómo sentirme ahora, ahora que entendí que no eres para mí.
No eres para mí porque
jamás quisiste serlo. No eres para mí porque para estar con alguien tienes que
entregarte por completo. No lo eres, porque esta vida es demasiado corta como
para dudar de lo que dices sentir.
Acepté al fin que no
puedo cambiar lo que siento por ti. No puedo ni quiero lamentarme toda la vida,
cuando sé perfectamente que la que fallé no fui yo.
Esta es la última vez
que te escribo. Sí, aunque jamás supiste leerme… aunque nunca te tomaste la
molestia de ser sincero conmigo.
Esta es mi carta de
renuncia. Tal vez llegó muy tarde, tal vez debí escribirla desde el mismo
momento en el que comprobé que jamás sentiste nada por mí.
Renuncié a causar una
sonrisa que nunca fue mía. Renuncié a entregarme a alguien que solo me dio
mentiras y dudas. Renuncié a mendigar amor porque sé que merezco mucho más que
sobras.
Renuncié a mirarte
como lo hacía, no te merecías una mirada tan sincera, una mirada que siempre te perteneció. Renuncié a tus besos y a un cariño que me hacía daño.
Renuncié a ser parte
de tu indecisión, a dejarme llevar por un sentimiento que no tenía futuro.
Renuncié a sentirme en las nubes por ti, para luego tener que sufrir la peor de
las caídas.
Renuncié y si quieres
una razón, lo hice por el amor más profundo que he llegado a sentir. Por amor a
mí, a mis sueños, al deseo que tengo de encontrar a alguien que verdaderamente
pueda quererme solo a mí.
Renuncié porque soy
demasiado egoísta como para compartirte con nadie. Renuncié porque mi felicidad
está por encima de esa sonrisa que me cautivó desde el primer momento.
Renuncié y ya no puedo
más. No me siento capaz de esperar que un día te decidas por mí, a esperar que
te des cuenta de lo feliz que podrías ser a mi lado.
Me duele mucho
renunciar a ti. Me duele porque yo sí te quiero de verdad, porque de vez en
cuando recuerdo nuestras conversaciones, porque tú me mostraste que podía
volver a sentir.
Renuncio porque ya no
estoy a gusto aquí, porque prefiero dejarte ir que tenerte a medias. Porque
cuando quiero a alguien lo hago completamente y no existe nadie más.
Renuncio y lo hago queriéndote
más que nunca. Me despido de ti y de estas ganas inmensas que tengo de hacerte
feliz. Me despido deseando que encuentres una persona que te haga creer
nuevamente… por la que sí te arriesgues.
Me despido sabiendo
que di todo de mí para verte bien, y me quedo con la sensación de que algunas
historias no deben ser escritas, precisamente porque se necesitan dos manos
para darles un final feliz.
@MassielVargasP
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