Te tengo presente
todos los días de mi vida. Tengo tu recuerdo intacto, tus palabras incrustadas
en mis pensamientos, te tengo… y a la vez no.
Tengo tus ojos mirándome
por última vez, tus manos rodeándome con cuidado… como para no lastimarme, como
para no romperme más. Tengo guardadas cada una de tus frases hechas, esas
promesas que jamás pudiste cumplir.
Tengo la certeza de
que no signifiqué nada en tu vida. Y está bien, porque no hay nada mejor que
darte cuenta de la realidad. Mi realidad es que te quise incluso más de lo que
mereciste, mi realidad es que no eres para mí, ni yo para ti.
Tengo claro por qué no
sucedió. No pasó porque nos cruzamos por mera casualidad, no había nada que nos
uniera. Nuestras soledades se encontraron en un impulso, en un momento efímero…
en un presente sin futuro.
Te tengo que dejar
atrás, debo tratar de justificar todo el daño que me hiciste. Tengo que verte
como lo que fuiste: un extraño. Tengo que armarme de valor y dejarte ir… aunque
nunca estuviste aquí realmente, aunque en tus planes nunca estuvo quedarte.
Tengo que arrancar de
mi piel todo rastro de ti, tengo y quiero cerrar los ojos sin que tu imagen se
me venga a la mente. Tengo que entender que tu sonrisa no me perteneció jamás,
que tus ojos no me vieron de la misma forma, que entre tantas mentiras; la única
verdad es esta distancia que nos separa.
Tengo que suponer lo
que piensas, tus motivos y el porqué de tus actos, jamás te atreviste a darme
la cara. Y las dudas me las guardo, las explicaciones simplemente sobran.
Tengo que irme… tú lo
sabes. Y lo haré con la frente en alto, sin repartir culpas. Lo haré sabiendo
que todo lo que dije fue genuino, lo haré para no hacerme más daño. Tengo que
irme, me daré la oportunidad que tanto quise darte.
@MassielVargasP
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