jueves, 6 de marzo de 2014

Extraños

Nunca pensé que después de haber amado tanto a alguien comenzaría a desconocerlo poco a poco. Me cuesta, me duele admitir que hoy sólo somos dos extraños. Me lastima darme cuenta que nuestra historia se resume a una media sonrisa, a una mirada incomoda, a un saludo por cortesía. 

Se me hace tan difícil mirarte a los ojos. Esos ojos que hoy me miran tan distinto, que esquivan mi mirada, en los que ya no es tan fácil perderse, que se cansaron de llenarse de lágrimas. Esos ojos que antes eran sólo míos, hoy me declaran la guerra. Es que tu mirada no me grita nada, no me habla, también se ha convertido en una extraña para mí.


Extraños que no se atreven a hablar, a dar el primer paso o a ponerle punto final a todo esto. Extraños que se cansaron de luchar, que lo dan todo por sentado, que pasaron de ser cómplices a enemigos. Extraños que no se ven igual que antes, extraños que no se extrañan, porque ya no se reconocen.


Extraños que dejaron de necesitarse con el tiempo, extraños cada vez más distantes, cada día más extraños. Somos tan extraños como al principio, la diferencia es que ya no nos animamos a descubrirnos, no es una prioridad reencontrarnos. 


Extraños que se soportan cada vez menos, que se rindieron antes de luchar. Extraños que los recuerdos ya no pueden volver a enamorar. Extraños, mi amor, después de todo lo que vivimos y sentimos… somos extraños destinados al olvido.


No hay nada peor que la indiferencia, incluso me encantaría poder odiarte, que me molestaras, que me hicieras falta o me estorbaras, pero no. Un extraño no incomoda, un extraño no nos debería importar. 


Las caricias de un extraño no se sienten y los besos de un ausente no se corresponden. ¿Por qué en lugar de ser extraños no comenzamos a extrañarnos? ¿Por qué nos cuesta tanto admitir lo mucho que nos quisimos?

¿Por qué fingir que no me importas? ¿Por qué no jugamos a importarnos? No me basta con que seamos extraños, porque a un extraño no se le debe tanto, porque un extraño no hace tanta falta. 


Porque nos conocemos de memoria, porque los recuerdos nos sobran.  Porque sabemos exactamente lo que el otro quiere con tan sólo mirarnos. Porque compartimos hasta los pensamientos. Porque somos más que extraños. 


Porque verte como extraño sería darme por vencida, sería negar que te amo.


@MassielVargasP

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