Cuando algo se rompe, es inútil tratar de reconstruirlo, porque aunque te esfuerces y lo des todo, a veces el único camino posible es resignarse. Algo se rompió dentro de mí, algo dejó de ser lo más importante. De ese algo que una vez fue tan preciado solo quedaron añicos.
De nada sirve el
pegamento ni las disculpas. De nada sirven los recuerdos si todo se resume a
pedazos. De nada valen las segundas oportunidades, si al parecer siempre
quedará la duda.
De ti y de mí no queda
nada. De “nosotros” no quedan ni recuerdos. Sin embargo, aquí estoy, tratando…
intentando ser la que lo reconstruya todo, sabiendo perfectamente que no
servirá de nada. Nos rompimos mutuamente. Nos dejamos de querer sin darnos
cuenta, nos fuimos haciendo daño poco a poco, y ahora nos sorprende.
No estaba preparada
para decirte adiós, no estaba lista para verte volar. Lo hiciste. Y yo logré
volar con alas propias, aprendí de las caídas y ya no le temo a las alturas. No
hay marcha atrás, no tenemos nada que decirnos. Rotos, estamos completamente
rotos para intentarlo de nuevo. Rotos, no tenemos reparo. Tú no puedes armarme
ni yo a ti tampoco.
Tal vez, alguien
llegue pronto. Alguien que nos cure tantas heridas, alguien que sea tan
valiente como para volver a armarnos. Y estoy segura, que en ese proceso, un
par de piezas cambiarán de lugar. La mía se irá contigo y yo me quedaré con una
tuya. Y siempre nos preguntaremos porqué, siempre tendremos esa duda.
El tiempo será tan
sabio que nos curaremos, que volveremos a empezar y todas nuestras piezas
encajarán con ayuda de otros. Siempre sabré que una parte tuya está conmigo y
tú sentirás exactamente lo mismo.
No diremos nada. Será
nuestro secreto en común. Y cuando pensemos en esa pequeña parte que ya no nos
pertenece, nos consolará la idea de que una vez estuvimos completamente rotos,
pero ya no más.
@MassielVargasP
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